Redituable. (De redituar.) adj. Que rinde, periódica o renovadamente, utilidad o beneficio.

El hombre más peligroso para todo gobierno, es aquel capaz de pensar por sí mismo, sin tomar en consideración las supersticiones y tabús que prevalecen en su tiempo. Casi inevitablemente llega a la conclusión de que el gobierno bajo el que vive es deshonesto, enfermo e intolerable, y así, si es romántico, intenta cambiarlo. E incluso si no lo es, es muy apto para difundir el descontento entre los que sí" H.L.Mencken

" Quien no quiere pensar, es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar, es un cobarde." (Sir Francis Bacon)
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NO TE PEDIMOS EL VOTO PARA NINGÚN PARTIDO CONCRETO, NI QUE VOTES EN BLANCO, NI QUE TE ABSTENGAS, SINO QUE TE INFORMES PARA COMPROBAR QUE EXISTEN ALTERNATIVAS.

domingo, 24 de abril de 2011

REDITUABLE.: Brigadas Internacionales

Misiones Pedagógicas

Las Misiones Pedagógicas fueron un proyecto educativo español creado en el seno del Museo Pedagógico Nacional y de la Segunda República Española e inspirado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza, dieron comienzo en 1931 y finalizaron con el comienzo de la guerra civil en 1936.

Debido a la mala situación educativa de España en comparación con otros países europeos, a la alta tasa de analfabetismo -en torno al 44%- localizada principalmente en el ámbito rural, y a la voluntad del Gobierno de la Segunda República por mejorar esta situación, se crean y desarrollan las llamadas "Misiones pedagógicas". Siendo Presidente Niceto Alcalá-Zamora y Ministro de Instrucción Pública Marcelino Domingo, el 29 de mayo de 1931, se creó por Decreto el Patronato de Misiones Pedagógicas con el encargo de «difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural».

Dependía del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes y estaba dirigido por una Comisión Central, cuya sede se encontraba en el Museo Pedagógico. Este Museo, que había comenzado a funcionar en 1884 como centro de investigación muy vinculado -tanto por sus colaboradores como por su tarea- con la Institución Libre de Enseñanza, se convirtió en pieza fundamental del proceso de renovación de la Enseñanza Pública que culminaría en los años de la Segunda República. Ya en 1881 Francisco Giner había propuesto una serie de medidas para la reforma de la institución pública que incluían la idea de las Misiones. En ellas Giner sugería la creación de unas Misiones Ambulantes que incluían los servicios que luego ofrecerían las Misiones Pedagógicas: el servicio de biblioteca, el museo del pueblo, el cine, el coro y el teatro del pueblo, con su sección de música y su retablo de fantoches.

Entre los días 17 y 25 de diciembre de 1931 se realizó la primera de esas Misiones Pedagógicas en la localidad segoviana de Ayllón.

El Patronato de las Misiones Pedagógicas fue presidido inicialmente por Manuel Bartolomé Cossío y la Comisión Central estaba formada, entre otros, por el Director del Museo Pedagógico (que actuaba como Vicepresidente) Rodolfo Llopis, Marcelino Pascua, Antonio Machado, Pedro Salinas, Óscar Esplá, Ángel Llorca y Luis Álvarez Santullano (que ejercía de Secretario).

Los verdaderos protagonistas de estas misiones fueron los habitantes de los pueblos y aldeas donde llegaron, además de los que colaboraron en ellas como maestros, actores, escritores, figurinistas, pintores, etc. Entre ellos, destacó como director del grupo de teatro de las Misiones el dramaturgo Alejandro Casona.

[editar] Historia

España estaba sumida en una situación de bajo nivel de educación con respecto a otros países, por ello se crea el 18 de Abril de 1900 el Ministerio de Instrucción Pública y de Bellas Artes. El proyecto pronto desaparece debido a la gran demanda social presentada. Tras desaparecer el Ministerio de Instrucción Pública y de Bellas Artes, se crea en 1907 la Junta para fomentar la educación nacional cuya finalidad estaba en dirigir y organizar instituciones complementarias de la escuela, las clases de adultos, las misiones y conferencias pedagógicas.

La junta estaba formada por: José Canalejas, Eduardo Dato, Carlos Mª Cortazo, Melquíades Álvarez entre otros. La creación de la Junta estuvo respaldada por la Institución Libre de Enseñanza y el Museo Pedagógico Nacional. La constante sucesión de partidos políticos provocó que el proyecto de la Junta no se llevara a cabo. El conservador Faustino Rodríguez-San Pedro crea la Junta Central de Primera Enseñanza el 18 de Noviembre de 1907 por Real Decreto que recoge o desempeña las funciones del anterior, y le seguirían sucesivas disposiciones legislativas que iban surgiendo.

Para despertar en los maestros más distinguidos sentimientos de respeto y amor a la cultura se organizan unas fiestas con la colaboración de los delegados regios y Juntas Locales que se crean en el Real Decreto del 20 de Diciembre de 1907 por medio de las Juntas provinciales de Instrucción Pública. Las actividades que se desarrollaban en las Juntas Locales eran las siguientes: atender a las misiones pedagógicas, fomentar la creación y desarrollo de museos escolares y bibliotecas públicas, organizar conferencias para adultos con la intervención de personas competentes, fomentar cajas escolares, asociaciones protectoras de la infancia, colonias de vacaciones y todas aquellas instituciones que pudieran competer con la difusión de la enseñanza primaria y darle un carácter de solemnidad a la fiesta escolar, el cual queda recogido en el Real Decreto del 7 de Febrero de 1908.

La Junta Provincial de Instrucción Pública de Valencia solicita a la diputación una cuantía de 500 pesetas para cubrir los gastos de desplazamiento que les suponía a los maestros para ir a las zonas rurales para mejorar sus costumbres e incentivarles las ventajas de la enseñanza, debido al rechazo de algunos pueblos. Dicha propuesta fue presentada por el Inspector Patiño el 27 de Febrero de 1912.

Las reformas legislativas presentadas pretendían la colaboración de todas las personas amantes de la enseñanza para fomentarla y llevarla a la práctica. Todo esto se debatió en el Congreso Nacional Pedagógico de Valencia del 12 al 16 de Julio de 1909.

La proclamación de la 2ª República el 14 de Abril de 1931 dio por finalizada toda propuesta que en años anteriores habían desempeñado las Misiones Pedagógicas y la comisión para fomentar la enseñanza y llevar por España un curso de perfeccionamiento ambulante.

A causa de los continuos cambios políticos y las precarias situaciones presupuestarias no pudo llegar a convertirse en realidad sino lo contrario, en vez de dar soluciones, creaba confusión. A consecuencia de todo esto el presupuesto de la Instrucción Pública era deficiente por lo que llevaba a bajos sueldos, edificios ruinosos, mobiliario anticuado e insuficiente y escaso material escolar.


[editar] Misiones Pedagógicas Republicanas

Las Misiones Pedagógicas republicanas, como su propio nombre indica, se crearon por Decreto de 29 de Mayo de 1931, es decir, a comienzos de la II República Española, proclamada el 14 de Abril de 1931 y de la que pronto obtuvo la presidencia Niceto Alcalá-Zamora, siendo Marcelino Domingo Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. La comisión central era la encargada de desarrollar los trabajos a realizar:

A) Fomentar la cultura general mediante bibliotecas populares, organización de lecturas, sesiones cinematográficas para conocer otros pueblos, sesiones musicales de coros y orquestas, audiciones por radio, exposiciones de arte con museos circulantes. B) Orientación pedagógica con visitas a escuelas para conocer su situación con la posterior celebración de una semana o quincena pedagógica y cursillos para maestros, en los cuales les muestran o enseñan cómo dar clases a los niños y los materiales de los que disponen. C) Cultura ciudadana, se celebraban reuniones con principios democráticos de los pueblos modernos para revisar la estructura del estado y sus poderes. La Comisión Central y la Comisión Provincial debían estar formadas por personas cualificadas en la enseñanza y fuera de ella. Los gastos de los servicios y material correrían a cargo del Ministerio de Instrucción Pública.

Manuel Bartolomé Cossío, heredero espiritual de Francisco Giner de los Ríos, en cuyas ideas se basaban las mismas Misiones, fue nombrado Presidente del Patronato; Luis Álvarez Santullano fue su Secretario y como vocales se nombró a personajes tan significativos como Antonio Machado, Pedro Salinas, Amparo Cebrián y Mª Luisa Navarro entre otros, en la Orden del 6 de Agosto de 1931.

El objetivo de las Misiones Pedagógicas era llevar a todas las zonas rurales y aldeas aquello que se desarrollaba en las ciudades, para que disfrutaran de ello como españoles que formaban también parte de la sociedad. Las Misiones Pedagógicas no nacieron de forma espontánea, sino que fueron fruto de una serie de iniciativas. En su origen es obligado destacar el influjo de la Escuela Nueva, fundada en 1910, creada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos y promovida por una burguesía culta y progresista. Esta última supuso una profunda renovación de la pedagogía en España. La Institución Libre de Enseñanza, cuyo objetivo era la transformación de España a través de la educación, tuvo una gran influencia en la sociedad española, siendo el germen de otras instituciones de carácter pedagógico que tan profunda huella han dejado en nuestra historia reciente.

[editar] Preparación de una misión pedagógica

Para la asignación de una misión a una determinada localidad, era necesario que ésta realizase una propuesta acompañada de un informe que recogiera datos sobre la geografía, economía, distribución de la población, situación cultural y escolar, ambiente social, comunicaciones, itinerario posible y cualquier otra peculiaridad de la comarca que pudiera ser útil para la organización de la futura misión. Aunque el principio no fue muy prometedor, a los pocos meses las solicitudes se dispararon y se hizo imprescindible una rigurosa selección, primando a los pueblos más pequeños y aislados.

Las misiones no tenían una duración fija, ésta oscilaba entre uno y quince días, dependiendo de las actividades programadas en cada lugar y del itinerario pendiente. El equipo misionero, encargado de llevar a cabo las actividades, disponía de proyectores, gramófonos, escenarios de sencillo y rápido montaje, y lotes de libros y discos, para ofrecer: proyecciones de películas educativas o de recreo; representaciones teatrales, musicales o corales; conferencias seguidas de coloquios; charlas sobre temas instructivos, profesionales, sanitarios y de educación cívica… etc. Una vez terminada la visita, se entregaba al maestro una pequeña biblioteca para instalar en la escuela y, en ocasiones, un gramófono con un pequeño lote de discos. Estas modestas bibliotecas, pese a ubicarse normalmente en las escuelas, estaban dirigidas al conjunto de la población para despertar su afición por la lectura y elevar su nivel cultural. Éste era el único servicio que permanecía, una vez que la misión marchaba a otro lugar.

[editar] Servicios prestados

Bibliotecas en las misiones pedagógicas

Las Misiones Pedagógicas centraron su interés en la educación de los adultos más marginados y en el fomento y apoyo de la labor educativa de las escuelas rurales españolas, suministrándoles los medios necesarios para su reincorporación y mejora educativa. Pero ello sólo es posible a través de la lectura, por tanto, su mayor esfuerzo estuvo dedicado a la creación de pequeñas bibliotecas en el medio rural, que permitiesen que el libro llegase a los rincones más apartados de nuestro país.

El Ministerio de Instrucción Pública mostró una gran preocupación por la biblioteca, al atribuirle mayor eficacia aún que a la escuela para el desarrollo cultural de las personas, como certifica, poco después de la creación del Patronato de Misiones Pedagógicas, la aprobación del Decreto de 7 de agosto de 1931, que establecía la obligatoriedad para todas las escuelas primarias de contar con una biblioteca abierta y gratuita, tanto para el niño como para el adulto, bajo la tutela del maestro.

La administración de la biblioteca correspondía al Consejo Local de Primera Enseñanza, que redactaría un reglamento, aprobaría su presupuesto, organizaría lecturas públicas y conferencias, y celebraría fiestas y colectas. También tramitaría el intercambio de libros con otras bibliotecas y propondría al inspector de primera enseñanza las nuevas adquisiciones. A su vez, los inspectores, en sus visitas por las escuelas, debían de informar sobre el estado de las bibliotecas.

El Servicio de Bibliotecas, coordinado por el poeta Luis Cernuda y los bibliotecarios María Moliner y Juan Vicens de la Llave, fue el más importante de los siete que tenía el Patronato, pues a él estuvo destinado casi el 60 % del presupuesto del mismo en sus tres primeros años de andadura, esfuerzo económico que permitió la creación, en junio de 1936, de 5.522 bibliotecas. El ritmo de creación de bibliotecas no fue siempre el mismo, pues tras el gran impulso de los primeros años, los recortes presupuestarios que aplicaron desde 1935 los gobiernos conservadores, a los que Américo Castro calificó de dinamiteros de la cultura, disminuyeron la marcha del periodo anterior. A pesar de la desaceleración de su etapa final, las Misiones Pedagógicas fueron capaces de establecer una biblioteca en el 11,3% del total de escuelas primarias existente en España, en tan sólo cinco años de vida.

Las bibliotecas se instalaron en localidades menores de 5.000 habitantes, donde residía más del 40% de la población española, y preferentemente en aldeas de 50, 100 y 200 personas. Se trataba de pequeños núcleos mal comunicados con los municipios a los que pertenecían, y en los que no se contaba con ningún medio de acceso a la cultura. Aunque el Patronato intentó que la distribución de bibliotecas entre las distintas provincias resultase equilibrada, no fue posible debido al desigual número de peticiones y a que en algunas provincias había muy pocas localidades con menos de 5.000 habitantes, mientras que en otras sólo la capital de la provincia superaba este número. De esta forma es comprensible que en provincias como Oviedo, León, Pontevedra, Huesca, Soria y Salamanca se crearan más de 150 bibliotecas, y sin embargo en Córdoba, Sevilla, Cádiz, Huelva, Guipúzcoa, Álava, Teruel y Ciudad Real no se llegase a las 50. Cada biblioteca recibía una caja que contenía una colección de 100 volúmenes de sólida encuadernación, acompañados de talonarios para el préstamo, fichas especiales para la estadística, hojas de papel para forrar los libros y registros con indicaciones para el cuidado de los libros. Dichas colecciones podían organizarse:

• Lecturas para adultos: se trataba de obras de literatura española y universal pero también incluía tratado estamentales sobre ciencia, técnica, sanidad, historia,… • Lecturas para niños: estas eran de menores dimensiones y compuestos en su mayoría por cuentos esto es, de adaptaciones de grandes obras de literatura, libros de aventuras y obras de consulta.

Aunque la biblioteca se instalaba en la escuela, bajo la vigilancia del maestro, no se trataba de una biblioteca escolar, ya que los lotes de libros eran fruto de una concienzuda selección a cargo del Patronato, que iba ampliando la colección en función de los gustos o peticiones de los lectores de aquella época.

Las bibliotecas populares, particularmente las de Cataluña y Madrid por sus fondos y número de lectores, constituyeron un claro precedente de lo que serían las bibliotecas creadas por las Misiones Pedagógicas. La Biblioteca Popular Circulante de Castropol, fundada en 1922, llegó a contar con quince sucursales diseminadas por su comarca, desarrollando un amplio programa de extensión cultural (teatro popular, folklore local, conferencias, proyecciones cinematográficas, publicación de boletines, exposiciones...).

La Biblioteca estaba a disposición de los niños durante todo el día y como complemento de la docencia, durante la jornada laboral. Una vez terminada la jornada laboral, se abrían las puertas de la Biblioteca para el resto de la vecindad, pudiendo consultar obras o disponer de los libros en casa a forma de préstamo. La acogida de las Bibliotecas fue excelente, recogiendo una suma de lectores que ascendía entre 1931 y 1933 a 269.325.Todo ello sin tener en cuenta los libros prestados en forma de préstamo que eran leídos por toda la familia pese que estadísticamente fueran contabilizados en forma de préstamo. En definitiva se alcanzó un buen auge de la Bibliotecas, a pesar de los intereses de algunas autoridades civiles, miembros de partidos conservadores o curas rurales.

Debemos hacer un pequeño paréntesis para destacar la labor brillantísima al frente de la Delegación de las Misiones Pedagógicas en Valencia por María Moliner, la cual fue considerada la mejor lexicógrafa de todos los tiempos y autora del mejor plan de organización de Bibliotecas de España. María Moliner tenía el objetivo de ensayar una organización bibliotecaria, extensible a otras regiones, en las que las bibliotecas rurales quedasen relacionadas con una biblioteca central que coordinase su funcionamiento y cuya red aspirase a que cualquier lector en cualquier lugar pudiese obtener cualquier libro que le interesase. Esta experiencia sería fundamental para la posterior redacción del ambicioso Proyecto de Bases de un Plan de Organización General de Bibliotecas del Estado.

[editar] Los misioneros y los bibliotecarios

Los misioneros, gracias a su entrega e ilusión, significaron el principal motor de las Misiones Pedagógicas. Sus filas se nutrían de todo tipo de personas, desde maestros o profesores, artistas, jóvenes estudiantes, hasta personalidades que después se convertirían en intelectuales de primera fila, como nuestra gran filósofa María Zambrano, Alejandro Casona, José Val del Omar, Ramón Gaya o Carmen Conde.

En los años 30 hubo un auge de bibliotecas en España, motivado en su mayoría por la apertura a experiencias de países más desarrollados. La investigación erudita intentaría resolver los principales problemas de las bibliotecas españolas; el atraso con respecto a países de nuestro entorno, la escasa y deficiente formación profesional y la necesidad de una renovación y ampliación de la misión de los bibliotecarios.

La principal preocupación de los profesionales españoles era el desarrollo de las bibliotecas públicas y la mejora del acceso al libro, particularmente en las zonas rurales. Por aquella época se demandaba el aumento de las dotaciones económicas necesarias para la creación de modernas bibliotecas y la renovación de las obsoletas colecciones bibliográficas. A estas carencias hay que añadir el escaso número de bibliotecarios profesionales lo que obligó a que la extensión de la lectura pública fuese realizada por personal no bibliotecario.

El Patronato de Misiones Pedagógicas encomendó la gestión de las bibliotecas rurales en su mayoría a maestros y en ciertas circunstancias a personas de instrucción. En cada biblioteca, el maestro realizaba la gestión del catálogo de libros, llevaba la contabilidad, el registro de los libros prestados y elaboraba un informe al final del año, en el cual indicaba el movimiento de la biblioteca y la situación de caja. Todo ello, sin recibir ninguna retribución a cambio.

[editar] Lugares

-El Barco de Ávila del 14 de octubre al 16 de octubre de 1932 - PIEDRAHÍTA DEL 18 AL 24 DE JUNIO DE 1933.

[editar] Otros servicios

LA MÚSICA:

La música se añade en todos los programas, tanto de adultos como de niños. Con el canto gregoriano y la lírica regional española se incluyen obras de Bach, Beethoven, Schubert, Mozart, Haendel etc. La música preferida es la zarzuela y la popular regional. Los niños escuchan la música en la escuela, mientras que los adultos la escuchan por las noches y días festivos. Algunos maestros se desplazaban a los pueblos de al lado para dar sesiones de música a los vecinos ya que desconocen las existencia del gramófono.

En algunos pueblos se deja un gramófono y una colección de discos que se va renovando de tiempo en tiempo.


CINE Y PROYECCIONES FIJAS:

En la mayoría de los pueblos, el cine impresiona ya que al ver imágenes, las personas sentían fuertes emociones. Para las proyecciones fijas, se disponía de un epidiáscopo, un episcopio, y dos proyectores de diapositivas. En algunos al no haber electricidad se utilizaban transformadores, acumuladores etc.

Las diapositivas son artísticos, históricos, geográficos etc con cuadros de Van Gogh, Fra Angélico, Van Dyck, Rubens, Velázquez, etc. Se encuentran en total 2395 proyecciones cinematográficas.


CORO Y TEATRO DEL PUEBLO

Es un teatro “elemental, ambulante, de fácil montaje, sobrio de fondos y de ropajes” el cual se representa al aire libre delante de todos los espectadores. Son un total de cincuenta actores, entre chicos y chicas. Las escuelas o el ayuntamiento les sirve de vestuario, mientras se desplazan utilizan el autobús. Suelen actuar los domingos, días festivos… Cada representación es anunciada con carteles y su llegada son recibidos con gran entusiasmo y alegría.

Se seleccionan piezas como: una “Égloga” de Juan del Encina; “La Carátula. El Convidado y Las Aceitunas” de Lope de Rueda; “Los Alcaldes del Daganzo y el Juez de los Divorcios” de Cervantes; y “ El Dragoncillo” de Calderón de la Barca. Entre unas y otras se cantan romances, cantigas etc. Al final se reparten copias de romances como: “El Conde Olinos”; “La Loba Parda”; “El Pastor Desesperado”; “La Condesita” y “Misa de Amor”. Hasta 1933 se recorrieron 115 pueblos de Madrid, Avila, Segovia, Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Guadalajara. La primera actuación fue en un pueblo de Toledo en 1932.


A las Misiones pedagógicas respondieron proyectos de teatro itinerante como el Teatro del Pueblo, dirigido por Alejandro Casona, contemporáneo a los de la compañía de teatro universitario La Barraca de Federico García Lorca y el de Museo circulante.

Otros intelecturales también participarían en las Misiones como Miguel Hernández, Antonio Oliver, María Zambrano, Ramón Gaya o Carmen Conde.


MUSEO CIRCULANTE

Con el Museo, se intenta acercar al pueblo por medio de copias de obras realizadas por grandes pintores, algunas de ellas, hasta en tamaño parecido a las originales.

Se cuenta con dos colecciones circulantes: La primera colección, está integrada por catorce copias de cuadros del Museo del Prado. La segunda colección, está formada por grabados de Goya, copias de museos de cuadros del Museo del Prado y Academia de San Fernando y Museo Cerralbo.

Los cuadros protegidos son transportados en un camión y colocados en pueblos donde ya se ha anunciado con carteles. Dos o tres misioneros preparan el local para la exposición, mientras dura la exposición se hace una breve explicación del autor de la obra, se explican las características de esta y se contestan a preguntas o dudas que tengan las personas que las observan.

La exposición la intentan poner cuando sean fiestas o ferias locales, con duración de una semana. Por la mañana se visita el Museo y por la noche las personas iban a ver proyecciones luminosas de otros cuadros, con lo que aprenden más de cultura. A los asistentes se les regala unas fotografías de los cuadros en fototipia o huecograbado.


EL RETABLO DE FANTOCHES (GUIÑOL)

El Guiñol, vino a cubrir la dificultad del Coro y Teatro para moverse por lugares lejanos y de comunicación complicada. El primer Guiñol se dio en un pueblecito de Coruña, divirtiendo a niños y adultos. En dos tardes y en pésimas condiciones, los misioneros construyen los fantoches y el artilugio con recortes de papel.

El segundo Guiñol se realizó en León con mejor material y con más tiempo. Los fantoches consiguieron materiales como papel, pasta, yeso y cola, y en pocos días dispusieron con dieciocho cabezas.

Otro Guiñol se consigue con la ayuda de una costurera y un carpintero en pueblos leoneses y castellanos. Los argumentos de las farsas son realizados por los misioneros que pretenden “despertar en el pueblo emociones regocijadas y primitivas, pero también fecundas, dignas y limpias”. La primera farsa para el Guiñol fue: “El dragón y su paloma”.


CURSOS PARA MAESTROS

Por falta de personal directivo se hacen dos cursos para dar cumplimiento a la legislación.El primer curso se realiza en San Martín (Madrid) en 1932. Asisten cuatro maestros y tres maestras. Cada sesión empieza a las 9 de la mañana y terminan a diferentes horas de la tarde o noche. Los temas son Literatura y Geografía. Hay participación de maestros y prácticas sobre educación moral y cívica. El curso estuvo a cargo de Modesto Medina y Alejandro Rodríguez.

El Segundo curso se da en el Centro de Colaboración Pedagógica de Fuentepelayo (Segovia) en 1933. Vienen diez maestros y diez maestras. Las prácticas fueron de diferentes materias, en sesiones de mañana y tarde, contando con la participación de los niños. Cuentan con: Dolores Ballesteros, López Velasco, Pablo de A. Cobos, Gutiérrez Moreno y Vicente Valls.

[editar] Final

A partir de 1935, se produjo el fin de este proyecto, debido a la ralentización de la actividad de las Misiones Pedagógicas, las cuales realizaron su última misión una vez iniciada la guerra civil en octubre de 1936. En esta fecha, los misioneros de la comisión central del Patronato son sustituidos por otras personas de perfil más político: Ramón J. Sender, Rafael Alberti, Alberto Jandez o Cesar Arcona por lo que las bibliotecas creadas como consecuencia los Misioneros Pedagógicos, desaparecen como entidad autónoma y pasaran a depender de la sección de Bibliotecas del consejo central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico, organismo creado en abril de 1937. Este noble proyecto supuso una obra de justicia e igualdad social para aquellas personas que pensaban que mientras no se despertase el apego por la lectura en toda la población, no habría una nueva España. En definitiva, se trataba de conseguir el espíritu de libertad y de democracia a toda la nación, empleando como herramientas la cultura y la educación.

El lustro escaso de las Misiones Pedagógicas conformó el periodo más enérgico en el auge de las Bibliotecas que había vivido España hasta entonces. Sin embargo después de 70 años vemos como la situación de las Bibliotecas en las escuelas no ha mejorado mucho.

Como conclusión podríamos decir que las Misiones Pedagógicas crearon un nuevo concepto de biblioteca como servicio público para que la formación y la cultura llegasen a todos, porque el pueblo necesita estar capacitado para pensar por sí mismo para vivir en democracia.

Bibliografía

Catálogo. Las Misiones Pedagógicas, 1931-1936. Publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Madrid, 2006 ISBN 84-95078-53-8

Brigadas Internacionales

Las Brigadas Internacionales fueron unidades militares compuestas por voluntarios extranjeros de 54 países que participaron en la Guerra Civil Española junto al ejército democrático de la II República, enfrentándose a los sublevados dirigidos por Francisco Franco, que recibió ayuda de la Alemania nazi y de la Italia Fascista.
Según los datos manejados por los estudios realizados en Estados Unidos por la Brigada Lincoln y por el historiador Andreu Castell, llegaron a participar en total 59.380 brigadistas extranjeros, de los cuales murieron más de 15.000; al mismo tiempo los internacionales no sobrepasaron más el número de 20.000 hombres presentes en los frentes en cada periodo de la guerra.
La nacionalidad más numerosa fue siempre la francesa, con una cifra cercana a los 10.000 hombres, buena parte de ellos de la zona de París. La mayoría no eran soldados, sino trabajadores reclutados voluntariamente por los partidos comunistas o veteranos de la Primera Guerra Mundial.
Su base se encontraba en el aeródromo de Los Llanos, en Albacete. Las Brigadas participaron en la defensa de Madrid en 1936, las batallas del Jarama, Guadalajara, Brunete, Belchite, Teruel, Aragón y el Ebro, siendo retiradas a partir del 23 de septiembre de 1938, a fin de modificar la posición ante la intervención extranjera del Comité de No intervención.
Las Brigadas Internacionales no fueron, al contrario de lo que se suele creer, ni los primeros ni los únicos voluntarios extranjeros que partieron a luchar a España en favor de la República. Ya antes de su formación (en octubre de 1936) había en la Península un número, aunque no muy alto, de soldados extranjeros, que desde prácticamente el día de la sublevación de los nacionales estaban participando en la contienda. Algunos de ellos ya residían en España antes del golpe del 18 de julio y procedían mayoritariamente de países con gobiernos fascistas (o pseudo fascistas), de donde se habían visto obligados a exiliarse por su militancia progresista, socialista, comunista o anarquista. Por esta razón, los dos principales países de origen de estos primeros voluntarios extranjeros fueron Alemania e Italia. De este primer grupo de combatientes extranjeros que ya vivían en España al estallar la guerra, se encontraban, como dos de los más conocidos, el novelista André Malraux , el socialista italiano (que años antes había atentado contra el hijo de Víctor Manuel de Saboya), Fernando De Rosa Lenccini.
También hubo otro grupo de extranjeros que a partir del 18 de julio fue llegando a España por sus propios medios y se incorporó al frente. Pero si es difícil dar cifras sobre los soldados que conformaron las Brigadas Internacionales, mucho más aún, por la inexistencia de documentos oficiales, lo es cifrar a los extranjeros que llegaron antes de octubre de 1936.
En tercer lugar, es destacable la incorporación a las filas del bando republicano de los participantes en las olimpiadas populares. Esta competición, organizada por grupos políticos de izquierda, se estaba celebrando en Barcelona en el verano de 1936 como contrapartida a las olimpiadas oficiales que se disputaban en Berlín bajo el gobierno de Adolf Hitler, y en ella tomaban parte deportistas de diversos países del mundo. Muchos de estos atletas se sumaron a las luchas callejeras de Barcelona, participaron en el levantamiento de barricadas y en la ocupación del Hotel Colón. La mayoría de los participantes, cuyo número oscilaba entre 174 y 300, regresó a sus respectivos países el día 24 de ese mismo mes de julio, tras haber sido protagonistas durante la primera semana de la guerra.
Las unidades formadas por estos primeros voluntarios extranjeros, se bautizaron con nombres de militares progresistas del siglo anterior, como Walery Wroblewski, muerto en la Comuna de París, o de figuras políticas de mucho prestigio, como el socialista inglés Tom Mann.
Muchos de los soldados que conformaban estas unidades voluntarias espontáneas se integraron luego en las Brigadas Internacionales, pero otros muchos, por diversas circunstancias, permanecieron al margen de ellas y combatieron en otras unidades del Ejército Popular de la República. Numerosos extranjeros no se integraron en las brigadas debido, principalmente, a discrepancias políticas debido a que las Brigadas empezaron organizadas y promovidas por el Partido Comunista Francés (de donde salieron los primeros oficiales brigadistas), lo cual causaba que militantes socialistas, anarquistas, o marxistas ajenos al comunismo, prefiereran enrolarse en otras unidades.
En algunos de los casos algunos extranjeros lucharían integrándose en unidades del POUM o de otras organizaciones de izquierdas disidentes de la Komintern. Relacionado con esta cuestión, y tras los Sucesos de mayo de 1937 en Barcelona, el gobierno republicano ordenó el 19 de junio de 1937, por un decreto puesto en marcha por Vicente Rojo siguiendo órdenes de Indalecio Prieto (en esos tiempos ministro de Defensa), "que todos los extranjeros que prestan servicio al ejército, quedaban encuadrados en las Brigadas Internacionales". Esta orden no fue cumplida por muchos soldados extranjeros, que lucharon hasta el final de la guerra en unidades ajenas a las de los brigadistas.

Creación


Bandera del Batallón Dabrowski, compuesto mayoritariamente por voluntarios procedentes de Polonia, Hungría y Yugoslavia.
La idea original de la creación de las Brigadas Internacionales se presentó en Moscú en septiembre de 1936, donde la Komintern trataba de captar voluntarios comunistas y no comunistas para participar en apoyo de los republicanos españoles en la guerra. El Gobierno de la República no se decidió al inicio por aceptar la propuesta. La opinión cambiaría en octubre de ese mismo año, cuando los primeros combates y el avance de los sublevados hacia Madrid evidenciaron la crítica situación militar de la República.
No obstante, a los pocos días de la sublevación militar, muchos de los atletas que iban a participar el día siguiente en la Olimpiada Popular organizada en Barcelona por Lluís Companys, se unieron en una brigada propia, muriendo el atleta austriaco Mechter el 19 de julio, quien es considerado el primer brigadista caído en combate. Y en agosto entró en combate en Irún el batallón Commune de Paris, compuesto sobre todo por franceses y belgas al mando de Jules Dumont.
La sede internacional de reclutamiento se estableció en París bajo la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista francés. Desde el gobierno republicano se tramitaba la documentación necesaria para el recluta, se hacía llegar estos documentos a París, y desde allí se embarcaba a los voluntarios que, desde toda Europa, llegaban vía ferrocarril a Barcelona. Posteriormente, el gobierno republicano los remitía a Albacete, donde la Komintern había establecido el cuartel general de las Brigadas, así como su centro de entrenamiento.
El 23 de octubre, Francisco Largo Caballero crea la División Orgánica de Albacete con un Comité de Organización encargado de asistir de manera centralizada a los voluntarios que llegaban del extranjero. El líder comunista francés André Marty, secretario general de la Tercera Internacional y hombre, al parecer, de la plena confianza de Stalin, será nombrado Jefe de la base de Albacete. Los que llegaban iban destinados luego a distintas poblaciones: La Roda, Tarazona de la Mancha, Villanueva de la Jara y Madrigueras eran los lugares de mayor concentración.
Las movilizaciones en favor de reclutas para las Brigadas Internacionales se extendieron por toda Europa y luego por Estados Unidos, pero en países como Alemania e Italia se identificaron como el primer paso para combatir en batalla al fascismo y al nazismo, que ya había establecido dictaduras en ambos Estados. Los primeros brigadistas llegaron a Albacete el 14 de octubre de 1936.
Las primeras Brigadas formadas (XI, XII y XIII) estaban compuestas mayoritariamente por franceses, belgas, italianos y alemanes voluntarios. Dentro de cada brigada se constituyeron batallones, generalmente de miembros de la misma nacionalidad para facilitar las comunicaciones entre los integrantes.

Origen de los brigadistas


Voluntarios polacos jurando lealtad a la República.
Hubo brigadistas de más de 50 países del mundo. El país que más voluntarios aportó fue Francia, con más de 10.000 según algunas fuentes (Andre Castells la eleva hasta 15.000). El segundo contingente más importante era el de alemanes y austriacos con unos 5.000, en su mayoría exiliados en París y Bruselas. También destacaron los contingentes de Italia (4.000),[1] los 2.500 británicos, 2.000 estadounidenses y un millar de latinoamericanos. También se enrolaron en menores cantidades voluntarios de países como México, Abisinia, Polonia, Albania, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Suecia, Suiza, Holanda, Cuba o hasta Rumania.
Un importante número de brigadistas fue de origen judío, colectivo que mayoritariamente entendió la lucha contra el franquismo en el contexto de la lucha contra el ascenso del antisemitismo que se estaba dando en Europa.[2] Según distintas estimaciones, hasta 8.000 de estos voluntarios, un 15 % del total de brigadistas internacionales, lucharon por el bando republicano. En general, estos voluntarios habían sido previamente militantes comunistas y anarquistas, con poca o nula conciencia hebrea, pero también se dieron casos de unidades específicamente judías, como la Unidad judía Botwin (anteriormente denominada 2ª Compañía del Batallón Palafox). Esta participación judía en las brigadas internacionales fue silenciada sistemáticamente.[3]
Los brigadistas procedían de muy diferentes estratos sociales, desde intelectuales a trabajadores manuales, pasando por militares retirados o soldados veteranos. Hubo en sus filas una gran variedad de procedencias: sindicalistas, mineros de Europa Central, estibadores y cargadores de los principales puertos europeos, ex-combatientes de la Primera Guerra mundial, médicos, afroamericanos y orientales naturales de suburbios neoyorkinos, también estadounidenses eran un numeroso grupo de universitarios británicos procedentes de las zonas de concentración industrial, algunos escritores, artistas, políticos y muchos militares desempleados de la Europa del Este. Como vemos, la procedencia tanto geográfica como social y profesional era de una heterogeneidad impresionante. El importante número de intelectuales, médicos, artistas y científicos que integraban las brigadas, ha hecho que en muchas ocasiones se les haya definido como “la unidad militar más intelectual de la historia”. Hay que añadir en este apartado que hubo varios escritores, como Ernest Hemingway y George Orwell, que aunque sí participaron en la guerra y escribieron algunas obras que se han hecho muy populares (Por quién doblan las campanas u Homenaje a Cataluña), no se encuadraron como combatientes dentro de las Brigadas Internacionales.
La filiación política mayoritaria era la comunista, ya que casi todos los brigadistas habían sido invariablemente reclutados por los partidos comunistas de diferentes naciones, aunque unos pocos acudieron a España para enrolarse directamente sin adherirse previamente a un partido político. Sin embargo, la militancia política variaba según el país de origen; por ejemplo, entre los brigadistas norteamericanos los efectivamente marxistas (socialistas, comunistas o anarquistas) no llegaban ni a la mitad, mientras que en el contingente alemán los soldados de filiación comunista estaban en torno al 80 %, siendo de igual proporción la presencia comunista en unidades francesas o italianas. Mientras tanto, los batallones británicos y de Europa Oriental mostraban presencia mayoritaria de obreros sindicalizados, con una minoría de militantes de algún partido. La filiación de los brigadistas no comunistas era muy variada también: iba desde el socialismo hasta el anarquismo, pasando por todas las formas del progresismo antifascista.
Fueron muchos los brigadistas que posteriormente acabarían convirtiéndose en personajes de notable importancia histórica. Por dar algunos ejemplos se podrían citar los nombres del alemán Willy Brandt, que sería alcalde de Berlín y luego Canciller de Alemania, el intelectual holandés Jef Last, el militar húngaro Kleber, el pintor mexicano David Alfaro Siqueiros, el general polaco Walter, el presidente yugoslavo Tito (la participación de este último ha sido bastante discutida), y otros muchos alemanes que llegarían a ocupar importantes cargos en la RDA. También participó en las Brigadas Internacionales el albanés Enver Hoxha, quien sería primer ministro de ese país desde 1946 hasta su muerte en 1985, durante la República Popular de Albania.

Acciones de guerra

Las primeras operaciones de combate en las que participaron las brigadas (en concreto las número XI, XII y XIV) fueron en la Batalla de Madrid a partir del 4 de noviembre de 1936 hasta febrero de 1937, durante la primera ofensiva del ejército nacional, que ocupaba ya Getafe y Leganés.
Con 1.550 hombres y mujeres (1.628 según los archivos soviéticos), se instaló el Cuartel General en la Facultad de Filosofía y Letras, siendo las unidades brigadistas muy activas en los alrededores de la Casa de Campo, donde se enfrentaron al general Varela en los accesos desde la carretera de Valencia, la defensa de la Ciudad Universitaria y los accesos a la sierra de Guadarrama, en un amplio despliegue que los llevaba en algunas ocasiones a combatir en las puertas de Getafe.
La XV Brigada compuesta principalmente por unidades de rusos, norteamericanos y británicos se enfrentó a las tropas nacionales que pretendían conquistar Madrid, desde el 6 de febrero de 1937 en la Batalla del Jarama. La XV Brigada participó en la contención de la ofensiva y capturó prisioneros, manteniendo enfrentamientos hasta el día 27 inclusive.
En la Batalla de Belchite de 1937 tomaron parte las brigadas XI y XV. Durante la Batalla de Guadalajara iniciada por tropas italianas del Corpo Truppe Volontarie el 9 de marzo de 1937 para tratar de penetrar desde el norte en Madrid, las tropas republicanas hicieron frente a un ejército de 30.000 hombres, 80 carros de combate y 200 piezas de artillería. En el escenario se encontraron combatiendo la XI y XII Brigada Internacional, que sufrieron gran cantidad de bajas.
Batalla de Teruel. Invierno 1937-38. En esta ofensiva republicana, que tenía como fin desviar la presión de los nacionales sobre el frente norte, participaron todas las Brigadas Internacionales (ya muy mermadas), excepto la XIV. De cara a las sesiones del Comité de No Intervención, el gobierno mantuvo que serían sólo las tropas españolas las que lucharían, pero esto pronto se demostró como una falsedad cuando el 7 de diciembre llegó la orden a la base brigadista en Albacete de que partiesen hacia Aragón.
Los brigadistas tuvieron también un importante papel en los grupos de guerrilleros que se infiltraron tras las líneas antes de la batalla para sabotear las comunicaciones enemigas. La reconquista de Teruel por parte de los nacionales en febrero del 38, costó un altísimo número de muertos especialmente a la XI Brigada.

Brigadas: denominación, composición e historia



Los primeros voluntarios llegaron a Albacete el 12 de octubre, y a partir de ahí llegaron convoyes casi diariamente durante los días sucesivos. El día 15, Luigi Longo (luego se hará llamar Luigi Gallo) empezó a organizar las primeras compañías. Otros que se suman al primer órgano de dirección son Allard, Wisniewski, Hans Kahle, Jean Marie François, Lalmanovic o Ribiere. Este comité organizador se vio superado ante la llegada de tantos voluntarios y pronto se transformó en un comité militar, en el que aparte de los ya mencionados entraron otros, como el Comandante Vidal y André Marty, que se convertiría en el jefe de la base y de las Brigadas Internacionales.
El encuadramiento en los distintos grupos se efectuó en función de grupos idiomáticos y de origen. Los jefes en un principio fueron elegidos por los propios voluntarios, pero más tarde la elección pasó a hacerse en función de las necesidades. Al lado de cada jefe militar había un comisario político, cuyas tareas principales eran de carácter político (mantener la moral, arengar políticamente a las tropas, etc.) aunque en ocasiones también tenían que asumir labores militares.
Se formaron siete brigadas, llamadas XI, XII, XIII, XIV, XV, 129 y 150. Cada brigada se dividía a su vez en tres batallones (salvo en algunos casos en los que había cuatro) que en un principio rondaban los 650 hombres cada uno. Estos batallones recibían nombres con un claro contenido político, como Garibaldi o Commune de Paris.
Las Brigadas estuvieron organizadas de la siguiente forma:
La XI Brigada fue la primera en constituirse formalmente el 22 de octubre de 1936 con tres batallones: Edgar André, Commune de París y Garibaldi, apoyados por un batallón español. Jefe de la Brigada fue Manfred Stern primero y Jean Marie François después.
1er Batallón "Edgar André". Alemán.
Batallón "Commune de Paris". Franceses y belgas. Trasladado posteriormente a la XIV.
3er Batallón "Dabrowski". Polacos, húngaros, yugoslavos, 2 paraguayos. Trasladado posteriormente a las Brigadas XII, XIII y 150. (Bandera en la imagen).
Batallón "Garibaldi". Italianos. Trasladados más tarde a la XII.
  • XII BRIGADA
La XII Brigada se constituyó el 1 de noviembre de 1936 con los batallones Ernst Thälmann, André Marty y, desde la XI Brigada, el Garibaldi. El Jefe de la Brigada fue el general Zalka Maté.
1er Batallón "Thaelmann". Alemán. Trasladado posteriormente a la XI.
2º Batallón "Garibaldi". Italianos.
3er Batallón "André Marty". Franceses y belgas. Trasladado posteriormente a la 150, XII y XIV.
  • XIII BRIGADA
La XIII Brigada se constituyó el 1 de diciembre de 1936 con los batallones Chapiaev, Henri Vuillemin y Lousie Michel. El jefe de la Brigada fue Wilhelm Zaisser.
1erBatallón "Louise Michel". Franceses y belgas. Trasladado posteriormente a la XIV.
2º Batallón "Chapiaev". De distintos países balcánicos. Trasladado posteriormente a la 129.
3er Batallón "Henri Vuillemin". Franceses y belgas. Trasladado posteriormente a la XIV.
4º Batallón "Miskiewicz Palafox". Polacos y judíos mayoritariamente,[3] además de unas decenas de sobrevivientes ucranianos del ejército anarquista de Néstor Majnó.
  • XIV BRIGADA
La XIV Brigada, a la que se conoció como La Marsellaise por estar conformada por mayoría de franceses, fue creada el 1 de diciembre de 1936 y reorganizada por completo el 27 de noviembre de 1938.
1er Batallón "Noves Nacions". Trasladado posteriormente al "Commune de Paris".
2º Batallón "Domingo Germinal". Anarquistas españoles y portugueses.
3er Batallón "Henri Barbusse". Franceses.
4º Batallón "Pierre Brachet". Franceses.
  • XV BRIGADA
La XV Brigada se formó el 31 de enero de 1937 con los Batallones Dimitrov, 6 de febrero, Pierre Brachet (que se trasladó pronto a la XIV Brigada), Británico, Lincoln y Washington. El Jefe de la Brigada fue Janos Galicz
1er Batallón "Dimitrov". Yugoslavos. Trasladados posteriormente a la 150 y después a la XIII.
Batallón Británico.
3er Batallón "Lincoln", "Washington", "Mackenzie-Papineau". Estadounidenses y canadienses. A este batallón se unió la Columna Connolly formada por un reducido grupo de irlandeses.
Batallón "6 de febrero". Franceses. Trasladados posteriormente a la Brigada XIV.
Formada en junio de 1937 sobre la base del Batallón Dabrowski de la XI Brigada.
1er Batallón "Rakosi". Húngaros.
  • 129 BRIGADA
La 129 Brigada se constituyó el 28 de abril de 1937 con restos de batallones de otras Brigadas y miembros del POUM. La distinta procedencia de sus miembros la llevó a ser conocida como la Brigada de las cuarenta naciones. Las diferencias entre las fuerzas políticas y el conflicto en Cataluña con el POUM la hicieron poco efectiva, debiendo ser reorganizada en febrero de 1938. Entonces se nombró Jefe de la Brigada a Wacek Komar (que provenía del Batallón Dobrowsky de la XIII Brigada).
1er Batallón "Masaryk". Checoeslovacos.
2º Batallón "Dayachovitch". Búlgaros.
3er Batallón "Dimitrov". De diversos países balcánicos.

La marcha de las Brigadas

Durante 1938 se suceden los intentos para poner fin a la guerra civil desde los organismos internacionales, como la Sociedad de Naciones, ante el evidente fracaso del Comité de No Intervención para detener el conflicto.
Tras la grave derrota sufrida en abril por la Ofensiva de Aragón, la República era consciente de su debilidad, y Juan Negrín juega la baza de apostar por un proceso de pacificación, emitiendo con ocasión del 1 de mayo de 1938 un posible acuerdo basado en trece puntos ante la opinión pública internacional, entre los que se incluía la retirada de todas las fuerzas compuestas por extranjeros que estuvieran presentes en el conflicto español.
Esto se unía a una intensa labor diplomática, encabezada por Manuel Azaña, en la que se mostraba a Francia y Gran Bretaña la conveniencia de tener un fuerte aliado en el sur ante los acontecimientos que se precipitaban en Europa tras la amenaza dirigida contra Checoslovaquia por Hitler. La desfavorable situación bélica y estratégica de la República (desde el 15 de abril quedó cortada en dos la zona republicana) causó que Francia y Gran Bretaña no mostrasen entusiasmo por la propuesta de Negrín, e inclusive la prensa de la URSS, bajo control gubernamental, admitía seriamente la posibilidad que Franco triunfase en España.
El Gobierno de la República comunicó oficialmente a la Sociedad de Naciones y al Comité de No Intervención su firme compromiso en la retirada de las Brigadas Internacionales el 21 de septiembre, fecha cuando ya se había estancado mucho el avance de las tropas republicanas en la Batalla del Ebro y cuando había empezado una severa lucha de desgaste en ese frente de combate.
Para esta fecha se había dificultado mucho el reclutamiento de soldados extranjeros para las Brigadas Internacionales, debido a los intermitentes cierres de la frontera realizados por Francia, que impedían el libre paso de voluntarios, considerando además que el gobierno socialista de Léon Blum (favorable a la República) había dejado el poder en Francia en junio de 1937 y sus sucesores derechistas procedieron a cierres intermitentes de la frontera hispano-francesa. Asimismo, las pugnas internas entre el PCE y el POUM habían desalentado el reclutamiento de extranjeros en las Brigadas desde los Sucesos de mayo de 1937 en Barcelona pues después de estos hechos muchos extranjeros no comunistas optaban por acudir a España para unirse a otras unidades del Ejército Popular de la República y no a las Brigadas.
Por todos estos factores las Brigadas Internacionales habían reducido mucho su número tras la derrota en Aragón: los combatientes extranjeros de las Brigadas sumaban menos de 10,000 hombres en toda la España republicana al empezar la Batalla del Ebro. Para entonces ya había inclusive varios batallones de las Brigadas donde la mayoría de la tropa era española, reclutada para llenar los vacíos dejados por extranjeros.
La propuesta de retirar las Brigadas llegó al ejército sublevado, si bien Franco comunicó "oficiosamente" que era tarde ya para cualquier acuerdo con el bando republicano, en tanto las tropas rebeldes contaban con una situación militar mucho más ventajosa. De todas formas, el Gobierno de la República consumó el proceso de desmovilización esperando que la buena voluntad sirviera para que las potencias europeas (neutrales o no) presionaran a Franco, mientras la URSS apoyaba la posibilidad de que numerosos militantes comunistas (integrados en los mandos de las Brigadas) abandonaran España al alejarse las posibilidades de un triunfo republicano.
El 23 de septiembre de 1938 los brigadistas vivieron su último día de combate, pero no sería hasta el 27 de octubre que los internacionales del Ejército del Centro y de Levante, 1.500 hombres, serían reagrupados en Valencia. Al día siguiente ocurrió igual con los brigadistas de Cataluña, que fueron reunidos en Barcelona.
El ejército les brindó un gran homenaje bajo el lema: Caballeros de la libertad del mundo: ¡buen camino! El mayor de los homenajes que se les rindió, fue el desfile celebrado en Barcelona el 28 de octubre de 1938. Toda la ciudad amaneció con pancartas y carteles alusivos a las Brigadas Internacionales. Ante Companys, Azaña, Negrín, Vicente Rojo y más de 300.000 personas, los internacionales desfilaron por la Avenida 14 de abril (actual Avenida Diagonal), en un ambiente altamente emotivo, con un histórico discurso de Dolores Ibárruri.
Hubo actos similares de homenaje en Valencia y Madrid. Tras un desfile en el que la gente los despidió con aplausos, llantos y cubriendo la calzada de rosas, después de un espectacular despliegue de cazas republicanos en los cielos de Barcelona, los brigadistas estaban listos para partir.
En algunos lugares, ya durante la guerra se construyeron monumentos en homenaje a los brigadistas. Por ejemplo en la zona de la Batalla del Jarama, el 30 de junio de 1938 fue inaugurado un monumento en forma de puño. Volvió un grupo de brigadistas para un acto de despedida en noviembre. El monumento fue destruido después de la guerra.[4]
La mayoría de los menos de diez mil brigadistas supervivientes a la guerra trataron de volver a sus países. Muchos de ellos no tendrían problemas (franceses, británicos, estadounideneses), pero otros muchos se verían con situaciones difíciles: los italianos, alemanes, austriacos, suizos, búlgaros y canadienses se vieron entre la espada y la pared. Formalmente eran expulsados de España pero, o serían detenidos en sus países al regreso debido que en ellos gobernaban el fascismo y el nazismo, o bien se arriesgaban a la cárcel porque habían salido sin autorización para servir en un ejército extranjero, por lo cual debieron marchar como exiliados a terceros países. Algunos brigadistas que no tenían un país al cual volver con seguridad se refugiaron en casas particulares en Cataluña y otros pasaron la frontera de los Pirineos sólo para quedarse en Francia como exiliados, incluso de modo clandestino. La URSS acogió a algunos brigadistas, pero éstos eran casi exclusivamente líderes comunistas de importancia.

Después de la Guerra

Tras la salida de las Brigadas internacionales, y con el regreso a sus países de origen, sus miembros fueron acogidos de forma distinta. En un principio muchos fueron tachados de simples mercenarios, mientras otros fueron condecorados en su propia tierra. La llegada de la Segunda Guerra Mundial evidenció el papel que habían tenido estos combatientes en España al ser los primeros soldados de sus respectivos países que habían luchado contra el expansionismo fascista de Alemania e Italia.
El 26 de enero de 1996, el Congreso de los Diputados español concedió la nacionalidad española a los brigadistas si renunciaban a su nacionalidad propia, cumpliendo así la promesa realizada por Juan Negrín cuando estos abandonaron España 57 años antes. Aún así, la mayoría de los veteranos optó por no renunciar.
Después, la Ley de la Memoria Histórica reconoció a los brigadistas la nacionalidad española por naturalización, sin tener que renunciar a la suya propia. En junio de 2009, la embajada española en Londres entregó a varios brigadistas sus pasaportes españoles.[5]

 Los más conocidos brigadistas

Las Brigadas Internacionales contaron entre sus miembros con personalidades como el joven Willy Brandt, que sería luego canciller socialdemócrata de la República Federal de Alemania, Wilhelm Zaisser, Ministro de Seguridad del Estado en la República Democrática Alemana y jefe de la policía política Stasi desde 1950 hasta 1953, así como los literatos Ralph Fox, Charles Donnelly, John Cornford y Christopher Caudwell, George Orwell, Pablo de la Torriente (escritor y periodista cubano) , Wifredo Lam, pintor afrocubano y Alex Canitrot, general francés, entre otros.

Generación de 1914

Generación de 1914 es una etiqueta historiográfica que designa a un grupo generacional de escritores españoles intermedio entre las generaciones de 1898 y de 1927. El término fue acuñado por Lorenzo Luzuriaga, pedagogo y miembro de la Liga de Educación Política, en un artículo de 1947 donde reseña las Obras Completas de José Ortega y Gasset. Eligió ese año por ser en el que apareció el primer libro importante de Ortega (Meditaciones del Quijote) quien, también en el mismo año, se confirmó como un intelectual con gran presencia pública gracias a su conferencia sobre Vieja y nueva política.[1] El indiscutible prestigio del filósofo hace que se la denomine también generación de Ortega.
A ella pertenecerían los nacidos en torno a 1880 y que comenzaron su actividad literaria ya en el siglo XX, alcanzando su madurez en los años próximos a 1914. Entre ellos se cuentan, además de Ortega, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Manuel Azaña y Gregorio Marañón;[2] y desde planteamientos estéticos distintos, pero en ciertos puntos comparables, el poeta Juan Ramón Jiménez y el inclasificable vanguardista Ramón Gómez de la Serna. También se les conoce como novecentistas o generación del novecientos, por su coincidencia con el movimiento que Eugeni d'Ors, desde Cataluña, definió como noucentisme. Es característico en la mayor parte de ellos la elección del ensayo y del artículo periodístico como vehículo esencial de expresión y comunicación.
El acontecimiento más relevante de 1914, el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), fue especialmente significativo para esta generación, a pesar de no marcarla de manera tan decisiva como a las equivalentes de los países que sí intervinieron militarmente (y que no suelen designarse como generación de 1914, sino con otros términos -lost generation,[3] generation du feu[4] -). La neutralidad de España en este conflicto trajo consecuencias sociales, políticas y económicas (crisis de 1917) y en el plano intelectual desencadenó la división entre los partidarios de las potencias centrales (germanófilos) y los de sus enemigos (francófilos y anglófilos). Este debate vino a prolongar la anterior polémica entre españolizar Europa o europeizar España mantenida especialmente por Unamuno y Ortega y que se conoce por el lema unamuniano ¡Que inventen ellos!; y la existente entre el regeneracionismo y el casticismo, de raíces aún más antiguas.

En gran medida son comunes a las del grupo noucentista (véase Novecentismo#Características).
  • Racionalismo y sistematización. Frente a la generación anterior, del 98, autodidacta y anarquizante, e influida por corrientes filosóficas irracionalistas o vitalistas; los miembros de la generación del 14 se caracterizan por su sólida formación intelectual y por la sistematización de sus propuestas.
  • Frente al ruralismo de la generación de 1898 (que buscaba en el paisaje y el paisanaje, especialmente el de Castilla, la esencia de lo español), la atención se vuelve hacia la ciudad y los valores urbanos (civiles y civilizadores).
  • Europeísmo y concepto de España. Se sienten atraídos por la cultura europea y analizan los problemas de España desde esa nueva perspectiva. Su propuesta consiste en modernizar intelectualmente el país. Desde ese punto de vista, sus aportaciones al llamado debate sobre el Ser de España van en un sentido distinto al de la generación precedente (generación de 1898), aunque no hubo una postura generacional común; ni siquiera entre los que formaron parte de la Agrupación al Servicio de la República (Marañón, Pérez de Ayala y Ortega) con los que se implicaron en el gobierno de ésta (Azaña), y sobre todo después de la Guerra Civil Española, en que los debates mantedidos durante el exilio republicano caracterizaron la actividad intelectual de personalidades como Américo Castro y Claudio Sánchez Albornoz.
  • Activismo transformador y búsqueda del poder. Incorporación a la vida activa y oficial para aprovechar los resortes del poder en la transformación del país. Consideran que su propuesta de cambio no puede limitarse a quedar expuesta en sus escritos, sino que debe realizarse desde el poder. De ahí que participen activamente en la vida política y social de España.
  • Intelectualismo. El rechazo del sentimentalismo y de la exaltación personal les lleva al análisis racional del arte, incluso en poesía.
  • Esteticismo y deshumanización del arte (expresión acuñada por Ortega en el título de uno de sus ensayos, de 1925). Ese arte deshumanizado que para Ortega es el arte moderno no alude precisamente al de comienzos de siglo sino al de las vanguardias del periodo de entreguerras; un arte puro o arte por el arte que en literatura produce la denominada poesía pura. Que el arte haya de perseguir como finalidad única el placer estético no era una idea nueva, encontrándose ya en el parnasianismo francés del siglo XIX.
  • Clasicismo. Los modelos clásicos, griegos y latinos, se imponen de nuevo y la serenidad se convierte en factor estético dominante.
  • Formalismo (preocupación por la forma). Su estética tiene como principal objetivo la obra bien hecha. Ese anhelo conduce a la depuración máxima del lenguaje, a la perfección en las formas y a un arte para minorías.
  • Elitismo, consecuencia de lo anterior.
  • Concepto de vanguardia estética, intelectual y social: el cambio ha de venir desde arriba, desde una minoría (Juan Ramón Jiménez hizo famosa su dedicatoria a la minoría, siempre), lo que justifica la opción por una literatura difícil, para minorías, elitista e incluso evasiva (es decir, una separación entre vida y literatura que evada al artista de la realidad, encerrándolo en una torre de marfil[5] -el mismo Juan Ramón procuraba abstraerse de toda influencia externa, incluso sensorial, encerrándose físicamente para crear-[6] ); pero también produce otra opción: la de proyectar ese cambio estético en una transmutación de la sensibilidad de la mayoría, que mejore la percepción y el acceso de las masas hacia la cultura y la ciencia. La relación con las masas mantuvo por tanto una difícil dialéctica, presente en la obra de Ortega (La rebelión de las masas, su famoso No es esto, no es esto,[7] ante la no coincidencia de sus proyectos ilustrados y la realidad de la Segunda República). Las ideas no eran estrictamente nuevas, y provenía del krausismo y la Institución Libre de Enseñanza; y tampoco se restringieron al noucentisme o a la generación del 14. De hecho, su realización efectiva correspondió a los jóvenes de las generaciones siguiente (la del 27, con las Misiones Pedagógicas y La Barraca, en el contexto de la Segunda República; y la generación de 1936, en el contexto trágico de la Guerra Civil y la simultánea revolución social -Miguel Hernández-). La poesía social de la posguerra invirtió el lema juanramoniano y dedicaba su obra a la inmensa mayoría (Blas de Otero, 1955). Si el modernismo había vivido, sobre todo, la crisis ideológica, los hombres de la generación del 14 vivirán la crisis socio-política.

Nómina

Forman parte de la generación de 1914 los ensayistas José Ortega y Gasset, Eugenio d'Ors, Manuel Azaña, Gregorio Marañón, Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez Albornoz, Américo Castro, Manuel García Morente, Rafael Cansinos Asséns, Ramón de Basterra, Corpus Barga y Pablo de Azcárate; los novelistas Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Benjamín Jarnés, Wenceslao Fernández Flórez y Félix Urabayen; el dramaturgo Jacinto Grau; los poetas Juan Ramón Jiménez y Josep Carner; o el polifacético Ramón Gómez de la Serna.
Hay una notable presencia de mujeres en la generación, que contó con las primeras que pudieron tener una formación universitaria, como María Goyri (ensombrecida por la figura de su marido, Ramón Menéndez Pidal), Zenobia Camprubí (con un destino semejante, junto a su compañero Juan Ramón), la pedagoga María de Maeztu o las feministas paradójicamente enfrentadas Clara Campoamor y Victoria Kent. Otras destacarían entre los discípulos de Ortega, especialmente María Zambrano; aunque el propio Ortega, con una expresión muy significativa, atribuía a una mujer de una generación anterior, Matilde Padrón, la condición de ser la mujer más inteligente que había conocido.[8]
La integración de muchos autores en una u otra generación no es muy evidente. Algunos, como José Bergamín, están más cercanos generacionalmente al 27 pero a veces se clasifican dentro de la generación de los ensayistas; mientras que otros, como León Felipe, aun estando cercanos en edad al grupo del 14, a veces se clasifican dentro de la generación de los poetas.

Artistas plásticos

Mientras que el noucentisme, tal como lo definió D'Ors, tiene una explícita manifestación en las artes plásticas (el denominado mediterraneísmo); la generación del 14 no define a un grupo de artistas con una identidad concreta, más allá de un genérico vanguardismo o un cierto eclecticismo, manifestado en la exposición fundacional en el movimiento vanguardista en España: la de la Sociedad de Artistas Ibéricos en 1925.[9] Aunque por edad correspondería incluir en esta generación a Pablo Ruiz Picasso (nacido en 1881), su trayectoria artística supera con mucho cualquier encuadramiento. El panorama artístico de las dos primeras décadas del siglo estuvo presidido por pintores procedentes del siglo anterior (Ramón Casas, Anglada Camarasa, Sorolla y Zuloaga); coetáneos de los literatos del 14 fueron los pintores Juan Gris, Daniel Vázquez Díaz y José Gutiérrez Solana (unos años mayores, menos vanguardistas, pero de mucho más éxito en la época, Julio Romero de Torres y Josep Maria Sert), así como los escultores Josep Clarà, Julio González y Pablo Gargallo. Artistas de mayor proyección pertenecerán a la siguiente generación, ya influida por el surrealismo (Dalí, Miró).